Un jersey tipo vestido y una coleta de rizos
14 de abril de 2021Cosas de la Vida, ya ves
1 de junio de 2021Por allí caminaba él o ella, no puedo decir, pero así, a ojo, me inclino por un él, del sexo masculino vamos, si es que tienen sexo y si es que se puede diferenciar.
La cuestión, que ahí estaba. Caminaba con paso lento, pegadito (hemos quedado que masculino) al borde de la acera, no sea que se fuese a caer, a salir más de la cuenta a la carretera y algo le arrollase. ¡Tipo listo!
Me paré a mirarle y pensé: ¿y qué nos ha hecho este pobre individuo para que le tengamos manía? O sea, a ver, lo mismo manía tampoco, pero por alguna extraña razón... no le aceptamos del mismo modo que otros de lo más parecidos a él. Y encima no ha hecho ningún mal a nadie, vamos que no nos va a comer ni a morder. Y sin embargo... es que le ves... y te dan unas ganas de lanzarte encima, zapatillazo al canto y chof, apachurrado el animalico...
Brachycoleus triangularis he encontrado en la red que se llama el susodicho. Comúnmente conocido como "zapatero", o al menos yo siempre le he llamado así. (No voy a hacer comparativas, venga va, no lo penséis...). El caso, la cuestión, que mientras yo me torraba literalmente la espalda al sol haciéndome un tattoo de lo más natural a costa del bordado de mi camiseta, el tal Brachycoleus pululaba a tan solo unos centímetros de distancia de mi pie.
Primero pensé que de haber estado él más cerca de mí o yo más cerca de él, no sé si me habría resistido al pisotón, seguro que sí, porque tampoco soy yo una asesina de bichos salvo que se cuelen en mis propiedades. Luego, le observé: el cuerpecillo un poco alargado (esbelto diríamos ahora), sus antenitas tan monas, su color anaranjado tirando a un rojo de coche desgastado, sus puntitos negros... y pensé. ¡Coño!, ¿y por qué a este nos dan ganas de aplastarlo y a la mariquita no? O sea, si la otra es de lo más parecido, más redondita, pero ya está. Los dos tienen sus alitas. El rojo de la mariquita quizá es más mono, más tipo Ferrari, pero vaya... que el del otro pues tampoco está tan mal, menos cantoso, más discreto... La mariquita nos encanta ¿verdad? De chicos, si veías una te la ponías en la mano y la dejabas que la recorriese a ver si pasaba por todos los dedos dejando un diminuto rastro de orina o lo que aquello fuese. ¡Mira que mona la mariquita!
Como son las cosas que la buena y redondida mariquita es una ¡DEPREDADORA! Si, sí, como lo lees y el otro pobre un herbívoro. Y la buena y mona es ella...
En fin, que sin entender muy bien quien fue el primer ser humano en La Tierra que decidió que a las mariquitas se las quería y al Brachy este no y que lo fue transmitiendo generación tras generación hasta llegar a las más jóvenes de hoy en día (porque para mis hijos estos es así tal cual lo he dicho: ohhhhh vs. puaagggg) pues eso, que sin terminar de entenderlo me concentré de nuevo en una fresquita cerveza que me esperaba mientras comenzaba a salir algo de humo de mi recalentada espalda (un poco exagerado, quizá).
Hoy estoy aquí para romper una lanza en favor de estos bichejos, que ¡joder! ojo qué racistas que somos los seres humanos ¿no?
Pues eso, ya está. Me tenía preocupada a mi esta incoherencia cultural o como quiera llamársele... Pero vamos, que no los piséis, probar a ponerlos encima de la mano a ver qué hacen, lo mismo dan volteretas y no se mean encima.