Pancha, la Neurona diferente
30 de agosto de 2019¿Te gusta… chuparla?
14 de noviembre de 2019A veces nos cuesta desprendernos de las cosas. A veces son cosas que una vez fueron importantes, útiles y que las necesitamos de veras, pero ya no las usaremos nunca más. Otras veces, son cosas que ya no tienen el valor que tenían y, otras que nos hicimos con ellas por error… A saber.
Están ahí, permanecen ocupando un espacio y ese espacio es necesario para otras cosas, para cosas nuevas. Pero cuesta, cuesta trabajo deshacerse de aquellas. Unas veces las miramos o las pensamos y nos transmiten nostalgia, recuerdos del pasado, buenos momentos; otras veces simplemente las tenemos ahí aunque, no hagamos uso de ellas, pero hubo un día en el que se adquirieron por algún motivo y quién sabe… ¿y si mañana la/lo necesito? Y ahí se quedan, por si acaso, por si las moscas.
A veces simplemente aceptamos que como eso está ahí no es necesario buscar nada más.
Otras veces encontramos algo que nos apetecería tener, pero no nos lo llevamos porque el lugar donde iría está ocupado. Entramos a la tienda, preguntamos por el objeto, lo tocamos, lo miramos, nos gusta, pero… no nos llega a encajar.
Puede ser porque realmente haya una parte que no es exactamente como nos gustaría. Una simple mirada basta para darse cuenta de que no es lo que se quiere.
En algunas ocasiones volvemos a la tienda alguna vez más… y hasta cuando estamos fuera de ella nos acordamos de ello… Peeeero, dejamos de volver porque en realidad no tenemos espacio donde ponerlo ya que está ocupado por aquello que ya no usamos, que ya no gusta o que ya no necesitamos.
Un día, ocurre que haciendo limpieza tomas la decisión de ver qué es lo que ocurre si tratas de volverlo a usar y resulta que ya no funciona… otras veces tratas de reubicarlo en tu hogar… pero parece no solo que no queda bien si no que encima te sientes hasta mal por mandarlo a un armario del trastero.
Y un día, uno de esos de limpieza decides que ya es hora de quitarlo de tu espacio para siempre. A ver, si ha sido algo muy especial lo guardarás en algún lugar por si acaso. Si no ha sido tan especial, tan importante… pues primero irá al trastero y el día que la limpieza toque ahí… irá al contenedor o lo dejarás al lado de la basura por si alguien lo quiere, total… apenas lo usaste.
Y cuando haces eso… cuando por fin dejas un rincón de la casa libre, un espacio en la balda de los jerséis, un hueco en el estante de los electrodomésticos, un mueble sin ese jarrón… cuando por fin haces eso, puedes tomar la decisión de irte de tiendas. Preguntar, mirar, tocar, probarte… y si te gusta y si queda o te queda bien llevártelo, porque ahora si tienes donde ponerlo. Y te vas a casa contenta, feliz, y lo tocarás siempre que puedas, te lo pondrás siempre que quieras y lo disfrutarás.
¡Ojo! Eso sí, antes de nada y en los primeros 30 días hay que asegurarse de que no hay taras importantes. Y si las hay, si hay una de esas taras…. ir corriendo a devolverlo no sea que se pase el tiempo de devolución y acabe la cosa en donde comencé esta historia.