La Película (Parte III)
17 de abril de 2020Cuestión de organizarse: al final… me tiro
22 de abril de 2020¿No tenéis la sensación de que los días pasan como muy rápido, pero se hacen largos? Yo, durante treinta y tantos días he sentido que se me escapaban las horas del día entre los dedos de las manos. Como que no las saboreaba oiga.
Un lunes estaba yo trabajando en mi nuevo puesto, cuando una compañera muy simpática se me acerca y me dice:
-¿Tú tienes hijos pequeños no?–. Y yo asentí. –Pues mira-. Me acercó su móvil y la página de un periódico nacional online en el que en resumidas cuentas se nos informaba que a partir del miércoles (incluido) los niños ya no podrían asistir a los centros educativos.
De repente mi cuerpo comenzó a temblar de terror. Un huracán de números y cifras colapsó mi mente: horario de colegio versus horario laboral. "Jooooder", pensé "¿y ahora qué hago con los niños si yo tengo que trabajar?". Y quiso el destino, o el gobierno, mejor dicho, darnos apenas cuatro días para desvelarnos que muchos de nosotros, papás y mamás, no tendríamos que preocuparnos por esto pues nos quedaríamos encerraditos en casa con los niños. Bueeeno, al menos no se nos iría el sueldo del mes en pagar a una cuidadora.
De aquel lunes hasta el viernes de la misma semana la pasé llamando a mi madre o a la cuidadora para organizar horarios, tareas de cole. Dediqué horas en tenerlo todo bien preparado, pues los niños seguirían recibiendo tareas a través de las distintas plataformas educativas que utilizaba el colegio. Ahora, explica esto a la abuela, a la cuidadora, organiza las tareas, de qué hora a qué hora. Me perdí varias veces entre sus horarios y los míos. Pero duró poco. El viernes a las 10 de la noche o similar me avisaban del trabajo que no hacía falta que fuese al día siguiente a trabajar, y al siguiente tampoco. Y aquí seguimos, 33 días después. En casa. Confinados.
“Bueno, pues mucho mejor, más fácil organizarnos” me dije a mí misma. Así es que, como mamá soltera pero muy organizada que soy opté por preparar un horario bajo el título “confinamiento Covid semana 1”. Hora de despertarse, tiempo de lavarse dientes, desayunar, ver tele, recoger habitaciones; hora de ponerse con las tareas del colegio; hora de tecnología; hora de comer; de descansar de comer; de jugar en familia; de tecnología otro ratito; de ducharse; de cenar; de dormir. Punto por punto, sin dejarnos nada. Ja, ja, ja. Que te lo has creído tú.
Creo que se realizó bien la primera hora, la parte del desayuno y la tele. Pero a partir de ahí… Yo me levantaba de la cama, me tomaba el café, ponía el desayuno a los niños y mientras ellos lo tomaban viendo la tele, o mejor, no lo tomaban porque estaban viendo la tele, yo me iba a conectar con el ordenador y ver las tareas del colegio. ¿En serio? ¿estamos locos? Yo pensando en una hoja con algo de mates, algo de lengua y bueno, quizá un poquito de inglés. JA. Noooooooo, un repertorio de ejercicios de cada asignatura, para cada uno de los niños, de diferentes edades, por supuesto. Con audios, con vídeos, con cositas para imprimir, con cositas para explicar. Y comenzaron los “es que esto es mucho; es que se han pasado; esto yo no lo entiendo; y esto qué quiere decir; pues yo hoy no lo hago; pues yo ya estoy cansada”; y por supuesto los “mamá, mami, mamá, mamá ven que no lo entiendo; mamá explícame esto; mamá yo no quiero; mamá me aburro; mamá mejor juego; mamá y si lo hago por la tarde”. Y en cuestión de un par de horas el “mamá” hacía eco en mi cerebro como si un martillo hidráulico estuviese ahí pica que te pica.
Mama, mamá, mamá. Un sonido desquiciante que se prolongaba más allá de las tareas del colegio, prosiguiendo en la hora de la comida con: “mamá es que le toca a ella; mamá ayer la puse yo; mamá a mí esto no me gusta; mamá yo no quiero más; mamá hoy ponía yo la tele; mamá ayer la puso ella; mamá, mamá, mamá… “ tactactactactactactac…. Como los deberes eran mogollón, al final hubo que extender el horario al turno de tarde, ¡hala! a implantamos la jornada partida en casa. Así es que después de la “siesta no siesta” volvíamos con el recital de mamás al que ya se sumaban lloros, gritos, lamentos: “odio este día; es el peor de mi vida; eres la peor madre; pues hazlo tú; es que no me ayudas…” tactactactactact… (Dios, pero ¿cuánto queda para cenar y que se vayan a dormir?) JAJAJAJAJA. A dormir, jajajajaja. Todavía me río si lo pienso. Porque esto, mejor tomarlo con humor claro está.
Hora de jugar, la de antes de aplaudir (de los pocos momentos no conflictivos en casa).
—¿A qué jugamos?
—Al Monopoli — dice uno.
— No, es que a mí no me apetece — dice el otro.
—Pero es que elegiste tú ayer.
—Pues yo no juego a eso, mejor al virus.
—Pues yo paso del virus.
— ¿Jugamos al parchís? — tercio yo.
— El parchís es un rollo.
—A mí sí me apetece.
—Pues venga al parchís —confirmo.
—Pues yo no juego, es que siempre hay que jugar a lo que tú quieres —le dice el uno al otro.
— ¡Mentira! ¡siempre a lo que tú dices!
—¡¡ Pues nooooo!! ¡¡siempre eliges tú!!
—¡¡¡Que nooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!!! ¡¡¡ qué estoy hartaaaaaaa!!!
— ¡¡¡¡¡¡¡ Pues no juegues!!!!!
— ¡¡¡¡¡¡¡ Pues ya no juego másssss, es el peor día de mi vida!!!!!!!!!
—Pues hala, cada uno a su habitación, ya no se juega a nada hombre —sentencio.
—¡¡¡¡¡¡¡Eres la peor madre del mundo mundial!!!!!
— ¡¡¡¡¡¡ Pues yo me voy a ir con la abuuuuu!!!!!
—Pues vete, hija, vete.
—Jugar a otra cosa vosotros, a algo que queráis los dos — por relajar la situación y más de lo mismo…
—Venga tú, a la ducha que te toca ducharte —le digo a uno.
—Es que no quiero, que estoy jugando.
—Me da igual si quieres o no, tienes que ducharte, no me seas cochinilla.
—Es que no quiero.
—Vamos a ver, que llevas toda la tarde jugando, vete a la ducha.
—Que noooooo.
—¡¡¡Que hueles mal!!! ¡¡¡¡Que te duches te he dicho!!!
Hora de cenar, hoy no tengo ganas de cocinar más. Se me han acabado las ideas y casi lo que tengo en la despensa.
—Niños, ¿qué preferís? ¿Cola Cao con tostadas o un bocadillo?
—Yo cola cao con tostadas.
—Yo ninguna de las dos cosas, eso no es cena.
— ¿Por qué no es cena? —le preguntó un poco flipando.
—Porque no cocinas.
—Bueno, y a ti qué más te da si cocino o no cocino, ¿qué tiene eso que ver?
—Es que a mí me gusta la cena cuando cocinas.
—Pues cocina tú.
—Es que yo no sé.
—Pues aprendes.
—Pues no quiero.
—Pues vale, cola cao con tostadas o bocadillo, elige.
—Pues vale, pues no vale.
—Que pares.
—Pues no.
—Veeeeenga, sigue.
—Pues sigo, sí.
—¿A que te vas a la cama sin cenar?
—Pues no.
—Pues no sigas.
—Pues es que…
—Pues ni es que, ni es co, que elijas.
—Pues bocadillo.
—Pues no, cola cao con tostadas los dos y punto.
Hora de acostarse.
—Venga, a la cama ya que es muy tarde (hora: 22.30) y mañana hay que seguir estudiando.
—Cinco minutos más que ya va a terminar.
—A ver, ¿cuánto le queda?
—Dieciocho minutos.
—No, venga, mañana lo termináis por la mañana.
— Venga, si solo son dieciocho minutos, mamá, ¿qué más te da?
Pues me da, me da, te aseguro que ya me influyen hasta treinta segundo más.
—Vale, termina y a la cama los dos.
Dieciocho minutos después….
—Venga que ya ha terminado.
— Espera, que a veces salen cosas con las letras del final.
—¡Qué os vayáis ya a la cama! —. Cojo el móvil, entro en una aplicación de la tele y apago con esta el televisor.
—GRFArfafafafjalfj —los dos, quejas varias.
Ambos abandonan el salón. De repente, es como si las drogas se hubieran apoderado de esas dos personitas que tan tranquilas e hipnotizadas o idiotizadas veían la televisión hacía un momento. Saltos, gritos, empujones, risas, cachondeo, que si me subo los pantalones hasta los sobacos, que si me tiro un pedo, que si el mío suena más, que si cojo al gato y lo tiro por los aires, gritos, empujones, risas, cachondeo, ¡venga, fiesta!
—¡¡¡¡¡Que os vayáis yaaaaaa a la caamaaaaaa!!!!!
Las once y cuarto de la noche….
Sigue el cachondeo, ni puto caso.
—Tú a la cama, tú a la tuya, vale ya, es muy tarde —insistimos…. — ¡¡¡¡¡¡He dicho que vale yaaa!!! ¡¡¡Si os sigo escuchando mañana no tocáis ni el ordenador ni la Tablet para jugar y no lo digo más veces!!!! Silencio.
—¿Estáis ya en la cama? —pregunto mientras termino de recoger.
—Sí — responde uno.
—Yo también.
Me acerco a dar un beso de buenas noches, a arroparles.
—¿No te has lavado los dientes?
—Siiiii.
—Nooooo, te huele el aliento a comida.
— Siiiiii, si me los he lavado.
—¿Voy a mirar el cepillo?
—Vaaaale.
Mismo procedimiento con el otro. Se repite la escena, coinciden en el baño.
—Lávate los dientes.
—Cuando ella termine.
—Que más te da, hay sitio para los dos.
—Pero no me gusta.
—Y a mí no me gusta que sean las 11 y media y sigáis igual, ¡¡¡ que te laves los dientes ya hombre!!!
Vuelta a las camas. Besos, buenas noches, os quiero cansinillos míos. Silencio. Me siento un rato en el sofá, voy a escribir o simplemente a relajarme.
—Mamá, quiero agua— dice uno (23:35horas)
—Mamá, me duele la tripa —dice la otra (00.15 horas)
—Miau, miau, miau —dice el gato que salto en la cama, mordisco en el pie, se va a la puerta, quiere bajar a ver al que le duele la tripa…
—Mamá, no me puedo dormir. (01.12 horas)
—Miauuuuu, miauuuuu, miauuuuuu —el gato: salto en la cama, mordisco en brazo, se va a la puerta, quiere bajar a ver al que no se puede dormir (¿miau, miau, miau? = ¿querrá jugar este?)
—Mamá, no tengo sueño. (01.25 horas)
—Miauuuuu, miauuuuu, miauuuuuu —el gato: salto en la cama, mordisco en la mano, se va a la puerta, quiere bajar a ver al que no tiene sueño (¿miau, miau, miau? = ¿quizá este otro?)
—Mamá, voy al baño. (02.05 horas)
—Miauuuuu, miauuuuu, miauuuuuu — el gato: salto en la cama, encima de la espalda, se va a la puerta, quiere bajar a ver al que no se puede dormir (miau, miau= yo te acompaño)
—Mamá, ¿puedo leer un rato? (02.15 horas)
—Yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Abro el balcón y me asomo… me tiro, o no me tiro… me tiro, o no me tiro. No hay suficiente altura… lo mismo encima me quedo tonta… bah, no me tiro.
Mientras pienso en cómo han sido los treinta y tantos días así… pienso a la vez en la persona que colaboró en concebirlos, y lo tranquilo que estará en su casa, relajadito, viendo su peli, echando un polvo con la novia a la que no tendría que estar viendo, sin preocuparse de horarios, de deberes, de tareas, de enfados, de ahora te toca a ti y luego a ti…
Hoy hay silencio, un plácido y casi orgásmico silencio. Les quiero, les adoro y no los cambiaría por nada… pero… mmmmm, qué rico este silencio.