Cosas de la Vida, ya ves
1 de junio de 2021Tras la Mirada de Ana
15 de junio de 2021-¿Tienes hijos?- le pregunté sin saber muy bien por qué. Quizá porque era una de las clásicas preguntas que se hacen, pero en verdad ¿qué más me daba a mí si tenía críos o no? Yo lo que necesitaba era echar un polvo y echarlo ya.
Después de haberla enviado dos o tres fotos, conseguí que me diese su número de teléfono. Así sería mucho más fácil. Con su foto de perfil comprobé, sin lugar a duda, que era la misma tía, no quería sorpresitas desagradables.
Quedamos. Enfrente de la tienda erótica de Las Ramblas. Fue sugerencia de ella, y me pareció un sitio excelente. Quizá resultaba que la cosa iba a estar emocionante desde el principio. Lo cierto es que por las conversaciones que habíamos tenido no me daba la impresión. Ya me había dejado claro que un café y punto. Bueno, habría que tomar el dichoso café, no todo iba ser coser y cantar.
Cita: 20.00, viernes. Las Ramblas
Llegué más que puntual y le puse un mensaje para decírselo:
- Ya estoy por aquí. ¿Cómo vas?- Odio esperar, es superior a mis fuerzas.
-Llegando- contestó ella. "Estupendo" pensé yo. Y al levantar la vista del móvil la vi venir de frente hacia mi. Estaba buena, sí. Llevaba una minifalda vaquera, con unos botines marrones y lucía un escote... mmmmm... más que interesante.
-Un cortado y un descafeinado de máquina - le pedimos al camarero cuando nos tomó nota.
Estuvimos hablando de todo un poco, más de poco que de mucho, de lo típico: las aplicaciones, la gente con la que uno da, que la gente usa perfiles falsos, que los tíos van a lo que van... Lo clásico, nada del otro mundo. Si no fuese porque tenía frente a mí dos pechos que se me antojaban deliciosos y que me la ponían dura nada más imaginármelos cerca de mi lengua... me habría levantado, pagado la consumición y me hubiera pirado a mi casa.
Ella debió de notar mi aburrimiento porque cogí el móvil y me puse a tontear con él. No tenía ni ganas de disimular.
- Veo que te aburre nuestra conversación. Lo mismo esperabas algo más... de tu rollo ¿no? - me dijo echando hacia delante su cuerpo y aplastando sus tetas contra la mesa. Uffff... el escote se había abierto más y mi imaginación se puso calentorra. Ella empezó a reírse al darse cuenta de que mis ojos estaban plantados en su escote.
-¿Te gustan? - me preguntó y eso sí que no lo esperaba.
-Claro que me gustan, me encantan de hecho, jeje - le dije.
-Voy al baño.- Se levantó y me dejó allí duro y solo. Retomé el entretenimiento del móvil.
-"Ven al baño, quiero enseñarte eso que tanto te ha gustado. Segunda puerta". El texto apareció en mi teléfono dejándome con la boca abierta. Vaya, vaya, eso sí que no me lo esperaba. Aunque me había levantado la moral, aún tenía cierto miedo a que me fuese a tomar el pelo y se riese de mí. A saber, hay cada loca... Pero allí fui. Primero pagué la cuenta y cuando el camarero estaba metiendo las monedas en el cajón me adelanté y me colé en el baño. El bar estaba muy tranquilo. Solo nuestra mesa y otra más importunábamos la tranquilidad del barman.
Toc, toc ¿me abres?
Con los nudillos di varios toquecitos en la segunda puerta, tal y como ella me había indicado. Quitó el cerrojo y abrió la puerta. Entré sin pensarlo dos veces. Allí estaba, sentada en la taza del wáter, desnuda de cintura para arriba, mostrándome sus bondades, y vaya... bondades. Sus tetas eran grandes, redondas, con una separación perfecta para introducir...
Y debió leer mi pensamiento porque según entré y cerró la puerta, me cogió de la hebilla del cinturón y tiró de mí hacia ella. Entonces, soltó la hebilla, desabrochó mi pantalón, bajó la cremallera y tiró de los pantalones hacia abajo. Con su mano, tocó mi paquete, durísimo en ese momento y sacó la lengua relamiéndose. Metió la mano por el calzoncillo y me acarició. Uffff... aquella tía me estaba poniendo a mil.
-¿Te gustan ahora más? - me preguntó con cara de querer devorarme allí mismo. Solo solté un suspiro a modo de respuesta. Ella se incorporó ligeramente, estirándose y bajó mis calzoncillos. Acercó su boca y lamió ligeramente mi capullo, pero solo fue un instante. Después cogió mi miembro y lo colocó entre sus pechos.
- ¿Te gusta? Dímelo, ¿te gusta tenerla aquí?
-Joder, claro que me gusta- acerté a contestar mientras me iba moviendo rítmicamente dejando que me masturbase entre sus tetas.
Luego volvió a acercar su lengua, y a lamerme de abajo a arriba. Cogí su cara, quería que parase de hacer eso, solo quería metérsela en la boca, no quería más juego.
Justo en ese momento escuchamos la puerta del baño de al lado. Y como si ella quisiera esconder mi sexo de miradas ajenas, se la introdujo en la boca, hasta el fondo. No quería hacer ruidos, pero no podía evitar que se me escapasen ligeros murmullos entre los dientes. Qué bien lo hacía. Si seguía a aquel ritmo iba a correrme en un momento. Los ruidos de su boca con mi pene dentro no debieron de pasar desapercibidos para la visitante del baño contiguo que, al salir, soltó un "no habrá otro sitio". Temimos que avisase al camarero, así es que ella decidió terminar con mi sublime placer y se la sacó de la boca. Se levantó del inodoro y me hizo sentarme a mí. Se subió la falda, sacó de su bolso un condón que me tendió amablemente y que me coloqué sin protestar, y de inmediato se había sentado dándome la espalda sobre mi polla dura y a punto de estallar.
Un camarero insistente: vamos, terminar ya, no es el lugar.
La penetraba y sentía lo mucho que le gustaba y lo mojada que estaba porque ella misma había cogido mi mano y la había llevado hacia su clítoris. Me había ido guiando con movimientos circulares sobre él, mientras gemía de una forma no muy disimulada. Con la otra mano que yo tenía libre, podía masajear aquellas tetas que tanto me había gustado tener junto a mi sexo, rodeándolo, masturbándolo, sintiendo su textura...
-Nena, estoy a punto de irme.
-Dame solo un momento más.- Me puse a contar números, a ver si podía evitar correrme ya mismo. Un "toc, toc", con bastante mala leche me cortó un poco el rollo, la verdad, pero solo fue momentáneo al darme cuenta de que ella, sabedora de que alguien estaba escuchándola, comenzó a gemir más fuerte.
- Joder, qué gusto, joder. Me voy a correr- me dijo, prácticamente gritando. Aquello me puso como una moto, mientras el imbécil del camarero seguía golpeando y amenazando con llamar a la policía. Seguro que la tenía tan tiesa como yo.
Sentí su cuerpo llenarse de tensión y al momento soltarla de un golpe mientras gemía de puro placer. Yo ya no tenía que controlarme más y me corrí apenas un momento después.
Adios, muy buenas.
Tardó nada en quitarse de encima, limpiarse un poco con papel, colocarse la ropa y salir del baño sin decir ni una sola palabra.
La oí mandar a la mierda al camarero y me reí, aquella mujer era una caja de sorpresas, desde luego.
Terminé de vestirme, aún con el calor del momento impregnando mi cuerpo. Temía al camarero. Salí del baño lo más rápido que pude y observé que este estaba parado en la barra mirándome fijamente.
-Menudos gilipollas que sois, ni que fueseis adolescentes. Pues hala, tío, jódete-. Ni siquiera le vi especialmente sulfurado al decírmelo. Y tampoco entendía lo del jódete final, salvo que hubiese llamado a la policía y se me fuesen a presentar allí los municipales.
Salí del bar, sin decir mi mu. Imaginé que ella se habría adelantado un poco para evitar a aquel camarero. Pero por más que miré a un lado y al otro no conseguía verla. Caminé a derecha y volví a la izquierda. Decidí llamarla.
-¡Joder!, no me da tono de llamada normal, comunica...
Decidí probar con el Whatsapp y cuando abrí la aplicación y la busqué en los últimos mensajes, mi sorpresa fue mayúscula al ver que me había desaparecido su foto de perfil, su estado y todo.
¡Qué hija de puta, me había bloqueado y se había pirado!