Un Whisky de más
19 de agosto de 2020El Autor
19 de agosto de 2020La desconocida
Como cada mañana saqué mi tablet en la mesa del mismo restaurante al que voy desde que llegué a Galicia para la semana del lector y mi charla sobre escritores noveles. Abrí mi archivo de Word y quise continuar la misma historia que ayer dejé a medias. Pero había algo que me lo impedía. Unos ojos estaban clavados en mí, una mirada que me hacía sentir incómodo, o no, tal vez extrañado, o atractivo, o no sé, pero me desconcentraba. Era imposible escribir dos palabras sin levantar la mirada y mirarla, era tan atractiva…
Ella también se percataba de mi mirada, estoy seguro. Estaba claro que ambos nos habíamos fijado en el otro. No llegaba a entender como una mujer tan espectacular se podía fijar en un hombre tan…normal. Y por fin llegó el momento que tanto esperaba, pero que tanto miedo me dio verlo. Se levantó de su silla, cogió su bolso y se acercó a mí. Al llegar a la altura de mi mesa, sin quitarme ojo de encima desde que se había levantado de ella, sacó de su bolso un libro… mi última novela estaba en sus manos, eso lo
explicaba todo…
Un aroma de otro planeta
“Pérdoname, no quiero molestarte ni un segundo, pero ¿serías tan amable de firmármelo?”, me dijo con una voz tan dulce… y su olor…el momento típico en el que el olor de una mujer hace que tu mente se traslade a otro planeta. Y, sin darte cuenta, tu pantalón deja ver que esa mujer te excita sobremanera…
Pero no sentí ni vergüenza, al contrario, me habría gustado incluso que se hubiese dado cuenta de que me excitaba solo olerla. Saqué mi boli y abrí la tapa de mi libro. Ella me pidió que firmase con el corazón, no sé que me pasó… algo recorrió mi cuerpo y nubló mi mente y al final de la firma…mi teléfono, mi hotel y mi número de habitación. La vergüenza volvió a
mí, pero antes de que ella pudiese verlo cerré la tapa y la dí las gracias educadamente.
Estuve todo el día pensando en que había hecho, no era propio de mí dejar caer así mi interés por una mujer. Tan directo, incluso excesivamente atrevido… burdo. Para colmo, avanzaba el día y el teléfono no sonaba. Me sentía tan ridículo que no conseguía esconderme de mí mismo, pero cada vez que recordaba su mirada, sus piernas, su perfume…mi sexo pedía despejarse, dar una vuelta por el paraíso que se había formado en el cuerpo de esa mujer.
Tres de la mañana y por fin el sueño comienza a frenar mis pensamientos. Parece que al final mi mente ha cedido al cansancio. Dejar de soñar despierto y mejor hacerlo dormido… con su piel, su voz, su aliento refugiándose en mi oído mientras gime al notarme entrar en ella… por fin la tengo… Un sonido atronador rompe el clímax de mis ilusiones y me devuelve a la realidad. Una en la que mis sábanas están empapadas y mi cuerpo sudoroso y muy excitado, creo que más que nunca. Tardé varios segundos en reaccionar al ruido por pensar en volver a recuperar ese sueño tan caliente y complaciente… Es mi móvil el que suena y un número de teléfono que no conozco…
No te espera
Seis de la mañana y está apunto de amanecer, no sé a quién se le ocurre llamarme… pero lo cojo, como si mi subconsciente supiese quién era. “Abre, llevo pensando si venir o no todo el día y toda la noche…" Me levanté de un salto de la cama, sin colgar el teléfono, ni percatarme de que mi erección iba por delante de mí. Solo pensé en abrirla, era ella y no lo esperaba, no creí que ocurriera.
Abrí la puerta y ahí estaba… Vestido rojo corto, unos tacones altos y un maquillaje perfecto, como si se hubiese preparado para una cita de noche. Yo, tan solo en calzoncillos, con todo mi cuerpo a la vista y algo de mi que destacaba por encima de todo…y ella por supuesto bajó la mirada y soltó una pequeña carcajada… “Vaya… hola”. Tembloroso respondí a su saludo y en seguida bajé la mirada. Al darme cuenta me debí poner rojísimo, pero mi vergüenza se compensó con su falta de ella. “Tranquilo…mejor así, me ahorras trabajo…”
Su mano comenzó a acariciar mi cara y mi pecho. Me empujó levemente hacia atrás y cerró la puerta. Sus dedos rozaban mis labios y en seguida acercó los suyos. Mi excitación crecía por momentos y ella al notarlo sonreía… Le gustaba notarme acariciándola sin querer… rozando mi sexo contra sus piernas… mi mente comenzaba a volar y a imaginar cosas que no hacían que mi erección bajase, ni mucho menos. Separó sus labios delos míos y cuando quise abrir los ojos, los suyos me miraban desde otro punto de vista… un gemido escapó de mi garganta al notar la suya llena de mí. Ni siquiera habíamos cruzado más de dos frases de conversación y ella ya había hecho que mi cuerpo se juntase con el suyo y mi voz se estremeciese por notar sus labios jugando conmigo y su lengua revoloteando sobre lo más íntimo de mi ser.
Dejarse sentir
Mis manos comenzaron a volar sobre ella. Su pelo suave comenzaba a enredase entre mis dedos, y mis manos empujaban mi cuerpo contra su garganta descontroladamente, ella gemía de placer, si ni si quiera la había tocado, ¿Cómo puede ser? No lo entendía. Parecía que ella estaba recibiendo el placentero beso de mis labios en su sexo y no yo. Pero su ritmo era cada vez más alto y se la notaba cada vez más excitada. Su mano levantó su vestido y apartó su ropa interior para comenzar a acariciarse y en ese momento, mi mente cambió el chip. Dejé salir a la bestia que ella misma había despertado y me separé de ella, la levanté del suelo y la lancé sobre la cama. Aproveché su falda subida y aparté yo mismo su empapada ropa interior, mi boca comenzó a disfrutar lo que hace segundos disfrutaba la suya.
Sus gritos no tardaron en llegar, lo deseaba… Noté como sus muslos se tensaban en pocos minutos y como sus temblores me avisaban de que llegaba el mejor momento de todos. Y esto no era un sueño. Cuando noté como el perfume de su placer era más placentero que el de su bote de colonia, mi boca se empapó de placer y sus gritos me sonaban a la mejor de las bandas sonoras ganadoras de un Óscar.
Juguemos
Me separé de ella y por fin la deshice de su vestido y retiré sus braguitas…su cuerpo me dejó seco… era aún mejor de lo que había soñado… Mis manos comenzaron a recorrer su piel a la par que mis labios, que jugaban con sus pechos y sus pezones con calma, disfrutando de cada poro mientras su escaso vello se erizaba y su piel se estremecía…como su cuerpo, que se retorcía de placer pidiéndome que continuase…que no parase de darle
placer, hasta que sus labios se abrieron para decirme “Entra en mí ya por favor”. Nunca he sido de obedecer órdenes, pero esa era imposible ignorarla… tenía ganas de notar su calor abrazándome… levanté sus piernas y entre despacio…que notase mi calor…mi excitación…y comencé a jugar con ella…
Mi cuerpo y el suyo eran uno. Mis manos agarraban su pecho con fuerza, el ritmo lo marcaba la excitación de sus gritos. Mi cuerpo me pedía terminar con todo y ella comenzaba a temblar de nuevo…al notar mi cuerpo desnudo empapado de ella. Me hizo salir de ella de un empujón y me lanzó contra la cama…comenzó a besar mi abdomen mientras acariciaba mi entrepierna y sus labios…sus labios, besaron mi placer haciendo que llegase al mejor de los finales de novela erótica que jamás haya leído… Exhaustos nos tumbamos en la cama…
Erika
No paraba de mirarla, y ella no paraba de mirarme a mí, con la misma mirada que lo hizo en aquel restaurante, hasta que sonó la alarma en su móvil. “Será mejor que me vaya, tengo que ir a trabajar…” se vistió corriendo y yo no podía ni reaccionar, no sabía que decir.
Abrió la puerta, dudó un instante y sacó un boli y un papel de su bolso. Apuntó algo en la hoja y me la dio. “Espero que la próxima vez que nos veamos, me dediques el libro a mí personalmente… mi nombre es Erika” Una sonrisa pícara salió de sus labios y cerró la puerta…