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Una canasta
12 de diciembre de 2023Nostalgia
12 de enero de 2024No soportaba el latín, pero me hubiese apuntado a clases de diseccionar gallinas si las hubiera impartido ella. Tened en cuenta que padezco una severa alectorofobia y nada me da más miedo en esta vida que las gallinas, los pollos e incluso los huevos. Quizá precisamente por eso soy lesbiana, porque mi alectorofobia también alcanza a las pollas. Pues haceos idea de lo que podía gustarme Rebeca... Fue su presencia la que me condujo a un bachillerato de letras. Letras puras, como mi amor por ella.
Yo, tan menudita, tan poca cosa, tímida y con una personalidad demasiado dispersa dedicaba mi tiempo a modular a golpe de declinación todas esas fantasías que colapsaban mi mente. En ellas se invertían los papeles y yo era una mujer decidida, con iniciativa y muy lanzada. A Rebeca, por el contrario, la imaginaba una chica apocada, aún sin criterio definido que, gracias a mí y a lo que yo le despertaba, descubría su homosexualidad.
Fui incapaz de aprobar latín y mi vida sigue siendo un perenne suspenso. El pasado miércoles cumplí treinta años. Los celebré aún dentro del armario porque probablemente sea ese el único lugar donde vivo mis sueños sin asumir sus consecuencias. Sí, quizá hay algo que me da más miedo que las gallinas: me da pánico vivir.